Sobre las actualizaciones de sistema operativo para smartphones

Hablaba hace unos días sobre la experiencia de usuario de iPhone vs. Android. No hay duda alguna que Android va a continuar creciendo en Market Share dado que múltiples fabricantes están apostando por esta plataforma, y que la experiencia de usuario ha ido mejorando con el tiempo. Sin embargo, me comentaba que para tener la última actualización fue necesario compilar su propia ROM (wtf!? que dirían muchos) dado que por defecto su fabricante no soportaba dicha actualización.

Parece ser que este comportamiento es sistemático entre los fabricantes de móviles y hardware para Android. Parece ser que no identifican los beneficios en actualizar dispositivos incluso aquellos que tiene menos de un año.

Esto no sólo es un problema para Google sino para el propio fabricante. Considero, sin duda alguna, que esto lastra la experiencia de usuario. El usuario estándar no está preparado (ni tampoco quiere, no nos engañemos) compilar y desplegar la actualización, por las propias dificultades que entraña dicho proceso. Sólo quiere disfrutar de los servicios disponibles en la plataforma de elección (si es que ofrece alguno).

A tener en cuenta que el único fabricante que opta por proporcionar actualizaciones de forma consistente a sus usuarios (Apple, claro, que manifiesta una clara diferenciación) es la que no sólo tiene clientes más fieles sino la que genera mayores beneficios.

En una época en que crear diferenciación y una experiencia de usuario de valor es crucial, ¿pueden permitirse los fabricantes de smartphones continuar con una estrategia similar a la que tenían Intel y Microsoft hace unos años?

Por cierto, !feliz año nuevo!

De la ausencia de contenido real

De vuelta de vacaciones y al mundo real (que diría alguno de mis compañeros), me enfrento a las novedades en la primera página del periodico. Entonces, muchas veces me viene a la memoria la palabra prudencia en estos últimos días. De la que adolecen algunos en su comunicación y de la que otros atesoran hasta morderse los labios (y ya sabemos lo que pasa entonces). Y de la palabra prudencia paso a la palabra confianza. De la que su abuso produce situaciones inverosimiles hasta gastarla y que no valga nada, ni para moneda de cambio y ya no te digo para el trueque. También me viene a la mente, la palabra coherencia. De la que echo a faltar a borbotones y ya no hablemos de criterio. De tan ausente que ni estuvo. Y no me puedo olvidar de la profesionalidad y el esfuerzo. Que de tanto llamarlos al viento, ni el eco responde. Y ¿qué me decís de los conocimientos? que de bases tan débiles se los lleva el viento.

Y podría continuar: planificación, previsión, consistencia, sostenibilidad, formas y contenido,… parece que pidiera la carta a los reyes magos.

Pongamos que hablo de (que cada uno escriba lo que quiera en este espacio, pero no será por opciones). A mi me parece esto más a una gran broma cósmica y en el eufemismo me quedo.