Business Intelligence chain value (2 de 2)

Unos pocos meses atrás nos quedamos a las puertas de hablar sobre la cadena de valor de la información respecto una herramienta Business Intelligence. Queríamos determinar de qué forma se transforma la información a través de un proceso de inteligencia de negocio. Una primera aproximación a la cadena de valor puede ser la siguiente:

  1. El punto de partida son los datos sin procesar. Estos pueden estar en forma descriptiva, quantitativa o qualitativa.
  2. De los datos se llega a la información, a través de su categorización en hechos, dimensiones y métricas.
  3. De la información se llega al conocimiento que se consolida como experiencia, creencias, instinto y/o recuerdos.
  4. El conocimiento permite una acción que se cristaliza en forma de decisión, innovación, resolución, know-how o expertise.
  5. El resultado de tomar acciones guiadas por el conocimiento permite por una parte la consolidación de objetivos y por otra el descubrimiento de nuevos.
  6. Todo lo anterior conduce a la adquisición de valor añadido a la toma decisiones.

El siguiente esquema ilustra lo que hemos comentado.

Cadena valor

Si consideramos un paso más en la cadena de valor en la que el valor añadido resultante genera nuevos datos sin procesar o información tenemos lo que podemos entender como el ciclo de vida de la información. Se ha creado un círculo virtuoso dentro de la organización. La retroalimentación del mismo deriva en una mejora de la toma de decisiones.

Volveremos, en un próximo post, a este interesante tema para hablar sobre las herramientas que inciden en cada paso del proceso.

Ciclo de vida de un proyecto

Como otros tantos términos, el concepto de ciclo de vida es aplicable a diversos procesos/objetos/situaciones que nos encontramos a lo largo de nuestras vidas. Por ejemplo, si nos damos unos breves segundos para pensar la primera idea que nos vendrá a la mente será el ciclo de vida de un producto. Es decir, las fases por las que pasará desde su concepción hasta que se hará con él cuando deje de ser útil. Otro ejemplo, tal cual podemos pensar cuando escribimos una entrada en el blog. Desde la idea inicial hasta la forma final del texto (que en el caso de ser sumamente perfeccionista puede alargarse hasta el infinito el proceso). Esa misma idea es interesante de desarrollar partiendo de la información, como ya hemos iniciado en un post anterior.

Dónde queda buen patente considerar el concepto que tratamos es en la gestión de proyectos. De nuevo caigo en las definiciones. Un proyecto es un proceso en el que se transforman un conjunto de recursos (input) en un conjunto de resultados (output) que tienen sentido para una organización. Un proyecto está compuesto, sin duda alguna, por fases. El ciclo de vida de un proyecto puede considerarse compuesto por cinco fases (existen diferentes teorías, pero consideremos esta):

aprobación – definición – planificación – ejecución – cierre

cuyo peso ponderado respecto los recursos/tiempo es respectivamente: 10%, 20%, 20% 40% y 10%.

Sin entrar en detalle en cada un de las fases (que por supuesto da juego para varios post más, que en algún momento vendrán), lo que debe desprenderse es que es importante tener una metodología de trabajo. Aunque esa metodología debería ser ágil y flexible, capaz de adaptarse del día a día mutable de un proyecto. En la linea de Julen, ¿debemos desconstruir y reaprender la metodología?

¿Qué opinan mis lectores?