Hoy volví a tener entre manos un libro de aquellos a los que coges cariño: Introduction to partial differential equations por Gerald B. Folland. Me lo compré en el primer congreso que estuve (esto fue por allá el año 2000). Aunque nuestra historia conjunta se remonta de antes. A unos meses antes de esa fecha.
Hacía una asignatura y, como a todo el mundo le habrá pasado, el profesor no daba pie con bola. El temario desordenado. Los contenidos incompletos. Y lo peor, las demostraciones incorrectas. ¡Dios! Sus clases eran como una ruleta rusa. Cada día era un desequilibrio diferente. Así que decidí dos cosas. Primero no volver a clase. Para qué. No tenía sentido.
Y segundo y más importante. Buscarme la vida. Así que me fui a la biblioteca. Y después de un rato, me encontré con la primera edición del libro. Era un libro con las portadas amarillas. Y las páginas amarillentas y escritas en máquina de escribir. De la época anterior a TeX y LaTeX. Aquello me impactó. Estaba acostumbrado a las ediciones más actuales. El libro me salvó de sufrir un calvario tanto en el examen final como por conocimientos para tiempos futuros.
De esto llegué a que hay veces que desgraciadamente la educación impartida dista mucho de la calidad que debería ser considerada como mínima. Resulta que en todas partes se cuecen habas. Tanto en el ámbito universitario como fuera de él. Y uno se pregunta ¿quién se beneficia en término último de esa educación de mala calidad?
No sé que es peor pensar si es nuestra idiosincracia o todo es a propósito.